(Dedicado a E. y a Y. Felicidades, guapetones.)
Cuando una se pone a rememorar los momentos claves de su vida... piensa en que normalmente llevaba puesto algo horrible y ni siquiera se había peinado. Noo, es broma. Sí que soy tan superficial, pero hago todo lo posible para que no se note mucho. Como iba diciendo, cuando una se poner a recordar los momentos importantes de su vida, no puede evitar pensar en las palabras que los anunciaron o describieron, en los correos electrónicos, llamadas telefónicas y (sí, soy vieja) las cartas escritas o recibidas.
En los últimos años, los acontecimientos memorables vienen casi todos anunciados por correo y una rápida llamada en respuesta. Y, signo de los tiempos en que vivimos, ese correo últimamente hasta ha sido remplazado por un post en Facebook. No hace mucho cambié mi móvil a vapor por un teléfono inteligente -teléfono que está demostrando ser más inteligente que yo, me temo-, con lo que recibo las noticias más rápido que nunca, y más breves y telegráficas que nunca. Algunos ejemplos de mensajes recibidos y enviados en esos momentos estelares:
-"Adjuntamos ecografía escaneada. Prepara la paga semanal, tía Arantza." (Estoico Hermano, haciendo honor a su nombre).
-"No es canceroso. No olvides la leche, mon chevreuil." (Servidora a monsieur M.)
-"He aprendido a enviar correos, chatita. Te llamo hoy mismo para contártelo." (Santa Madre después de uno de sus cursos.)
-"Anoche tuve otra cita. Meditando el lesbianismo." (Flaming-Hot-Sister en su página Facebook.)
-"El agua sale marrón oscuro. No naranja, ni rojiza. Marrón. Oscuro. Mucho." (Servidora a nuestro Jules.)
-"De viaje en Nepal con mi monitor de meditación. Dale de comer a Saturno." (Lady D.)
-"Sólo existen dos verdades: el sufrimiento y la cesación del sufrimiento. La vía para alcanzar la cesación del sufrimiento es la total extinción y cesación del apego." (Monsieur M. en la página de su dojo.)
-"¡Me dio el anillito!" (Mi amiga Eddy, correo desde París.)
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Mi amiga mexicana Eddy se fue de vacaciones a París con su novio, Jean. Hace ya tiempo que viven felizmente juntos, ella también terminó de revolucionar el mundo de la lingüística, acaban de comprarse una casa (contraer una hipoteca conjunta es realmente signo de que él no te quiere sólo por tu cuerpo, Eddy), están hablando de reproducirse (también prometo pagarle su primer tatuaje, en mi calidad de tía impresentable)... el completo con queso del amor.
Así que Eddy visita por primera vez París, y entre paseos por los Campos Elíseos, fotos del arco del triunfo, vistas desde Montmartre y pasteles de Ladurée (slurrp), nota que Jean está cada vez más raro. Ella no tiene ni idea, pero el bueno de Jean busca el momento idóneo para poder hincar la rodilla en tierra y hacerle la petición de mano al estilo clásico. El chico es un romántico. El chico es incluso terriblemente perfecto, si queréis saber mi opinión. Asquerosamente adorable. No le molesta ir a ver comedietas románticas con Eddy (¡y sus amigas!), utiliza todo tipo de apelativos cariñosos con ella en público sin un rastro de pudor, le prepara a su chica baños de espuma a la luz de las velas con pétalos de rosa flotando en el agua y está dispuesto a dejarnos en la puerta de casa con su coche cada vez que salimos todos juntos. Horrible. La pesadilla de cualquier hombre. Monsieur M. empieza a mostrarse especialmente aprensivo cuando empiezo una frase por "¿Sabes lo que hace Jean?".
Eddy me cuenta el periplo parisino por teléfono. Acabo de colgarle dos veces -sin querer-, porque mi inteligencia no parece mostrarse a la altura de la de mi nuevo teléfono y su pantalla exasperantemente táctil (sé que ese adverbio no existe, no me escribáis correos, ¿no tenéis alguna colada por hacer?). Al fin consigo descolgar. Mi amiga suena contenta, incluso entre todo el ruido de la calle Sainte-Catherine. Por alguna razón que ignoro, el ayuntamiento ha decidido destripar esta calle comercial del centro y dejarla así meses y meses, la ciudad tiene un aspecto como de Beirut después de un bombardeo. Entre taladradora y pala mecánica, le pido a Eddy los detalles de La Gran Petición de Mano.
Soy una de esas mujeres desnaturalizadas que no sólo nunca ha querido casarse (pero que lo hizo debido a imponderables fuera de su control) y a la que las bodas a la española y los vestidos de Sissi emperatriz le producen brotes de urticaria, sino que una vez en la ceremonia, no quiso contratar a un fotógrafo, ni llevar ramo de flores, ni gastarse una fortuna en una comida. Si no fuera porque Santa Madre estaba presente y había que propocionarle un medio de transporte, hubiera ido al juzgado en bicicleta. Creo recordar que abrimos una botella de champán en un parque (celebré mi boda con botellón, soy una auténtica visionaria) y que comimos tarta porque una amiga encantadora nos preparó una. Tengo la extraña teoría de que la duración de la ceremonia (¡y su coste!) no es directamente proporcional a la duración de la relación de pareja. Por el momento mi teoría está demostrando ser válida: a monsieur M. y a mí nos casó un juez de paz en diez minutos, y ya llevamos juntos doce años.
Es bastante evidente que no soy precisamente la poster girl de la institución matrimonial, pero me alegro sinceramente por Eddy, que cree realmente en el matrimonio.
Eddy me cuenta: -"Yo ya lo noté raro durante todo el viaje. Muy raro. Nervioso."
Amiga Desnaturalizada: -"¿Y?"
Eddy: -"Él insistía en hacer cosas de las que siempre hemos huído cuando viajamos juntos."
Amiga Desnaturalizada, levantando la voz para oírse entre el estruendo de las obras: -"¿«Cosas»? ¿Qué tipo de «cosas»? ¿Ir a clubs de strip-tease? ¿Un trío con una prostituta? ¿Drogas? O peor: ¿Llevarte a un partido de fútbol?"
Eddy, irritada: -"Nooo. No ese tipo de «cosas». Cosas de turista: montar en el bateau-mouche que te pasea por el Sena, hacer cola durante horas para subir a la torre Eiffel... "
Amiga Desnaturalizada: -"Aaaaahhh... se estaba preparando el decorado, el muy pillín..."
Eddy: -"Por lo que parece, sí, pero yo no tenía ni idea. Empezó realmente a ponerme de los nervios. Esperamos mil años de pie, y una vez en lo alto de la torre, se pone a carraspear, a mirar alrededor, a sudar... en el museo de Orsay, lo mismo. Venga a hurgarse en los bolsillos..."
Amiga Desnaturalizada, con una risilla: -"Claro, le habían hecho dejar la mochila a la entrada..."
Eddy resopla: -"Jé. Exacto. Yo ya pensaba que lo iban a detener, en todos los sitios públicos se comportaba como un desequilibrado planeando un atentado."
Amiga Desnaturalizada, tapándose la oreja libre con una mano, para ahogar el ruido del taladro: -"Pero al final se lanzó."
Eddy: -"Sí. Entre todos los momentos que podría haber elegido, eligió el peor. Nos alojábamos en el piso minúsculo de una pareja de amigos suyos que viven en París."
Amiga Desnaturalizada; -"Y cuando dices «minúsculo», en proporciones parisinas eso es un piso..."
Eddy me corta: -"...realmente minúsculo. Una cabina telefónica, con baño exterior compartido con los vecinos de toda la planta. El día antes de volvernos a Montreal, ellos estaban en el salón, y yo había salido al baño. Ahí estoy, cepillándome los dientes, en pijama de patitos, la boca llena de espuma, una pinza sujetándome el pelo en lo alto de la cabeza..."
Amiga Desnaturalizada: -"... y a Jean se le ocurre acorralarte ahí."
Eddy, harta de que la interrumpa: -"Pues sí. Se arrodilla delante del lavabo, yo lo miro pensando que se le ha caído una lentilla, y encima va y entra uno de los vecinos."
Amiga Desnaturalizada: -"Bueno, mujer, c'est la vie. Podría haber sido peor."
Eddy, resignada: -"Cierto. Podría haber estado sentada en el retrete."
Amiga Desnaturalizada: -"Le dijiste que sí, imagino."
Eddy, suspirando: -"Le dije: «Oghjum...puejh cladoh que fíh, caffiño». Después me enjuagué la boca y le di un beso."
Amiga Desnaturalizada: -"Charmant."
Eddy: -"Ya lo creo."
Amiga Desnaturalizada: -"Al menos te lo pidió en París. Siempre os quedará París."
Eddy: -"Jrumpf."
Amiga Desnaturalizada: -"Todo esto me lleva a la cuestión esencial: ¿y yo qué me pongo para el evento?"
Eddy suelta un bufido irritado.
Amiga Desnaturalizada: -"Y a otras cuestiones esenciales derivadas, a saber: ¿Me va a tocar prepararte una despedida de soltera de ésas en las que vamos en rebaño al club de strip-tease masculino y llevamos puestas antenas en forma de pequeños penes?"
Eddy gruñe: -"Puedo prescindir perfectamente de las antenas. Unos margaritas y unos cupcakes en tu casa bastarían."
Amiga Desnaturalizada, entre aliviada y decepcionada: -"Uf. Hecho."


CUPCAKES DE FRAMBUESA "SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARÍS"
INGREDIENTES DE LOS CUPCAKES:
- 2 tazas y tres cuartos de harina (esta vez, blanca)
- 1/2 taza de harina especial para repostería (si no tenéis, sustituir una cucharada sopera de harina normal ya medida por una de Maizena)
- 1 cucharada sopera de levadura en polvo (tipo Royal)
- 1 cucharada de té de sal fina
- 1 taza de mantequilla sin sal, a temperatura ambiente
- 2 tazas y cuarto de azúcar blanco
- 1 cucharada y media (de té) de extracto de vainilla natural
- 3 huevos grandes más una clara de huevo
- 1 taza de suero de leche (en su defecto, una taza de leche también funciona, aunque los cupcakes saldrán un poco menos esponjosos)
- 2 tazas de frambuesas frescas, más 10 para decorar (guardar las más bonitas)
- 1 taza de mermelada de frambuesas
ELABORACIÓN DE LOS CUPCAKES:
Precalentar el horno a 185º. Cubrir bandejas de muffins con moldes de papel.
Tamizar juntos la harina, la levadura en polvo y la sal. Reservar. Batir la mantequilla, añadir el azúcar y batir de nuevo hasta que no se sienta el granulado y la mezcla esté blancuzca y cremosa. Añadir los huevos y la clara de uno en uno, incorporándolos bien.
Cuando los huevos estén incorporados, añadir la mezcla de harina en dos veces, alternando con el suero (o la leche). Mezclarlo todo hasta que la masa tenga aspecto homogéneo, pero tener cuidado de no batir demasiado tiempo. Añadir las frambuesas enteras a mano, delicadamente, mezclando con una cuchara.
Verter la masa en los moldes. Hornear de 25 a 30 minutos, los primeros diez minutos a 185º y el resto a 180º, hasta que los cupcakes tengan un ligero color dorado y el palillo salga limpio cuando los pinchéis. Dejar enfriar un cuarto de hora en las bandejas de horno, sacarlos y dejar enfriar completamente antes de rellenar o glasear.
Remover bien la mermelada de frambuesa para que esté lo más lisa posible. Con una manga pastelera llena de mermelada y una boquilla estrecha, perforar en el centro del cupcake y rellenar suavemente.
INGREDIENTES DEL GLASEADO:
- 1 bote de crema de marshmallow "Fluff". Para los lectores españoles, dos tazas y media de nubes, rosas o blancas si es posible.
- 2 cucharadas soperas de mantequilla muy blanda, temperatura ambiente.
- Media docena de frambuesas frescas (¡no congeladas!)
ELABORACIÓN DEL GLASEADO:
Batir bien la crema de marshmallow con un tenedor. Si utilizáis nubes enteras, fundirlas al baño maría o en el microondas con una cucharada de agua (vigiladlas bien para que no se os quemen). Añadir las frambuesas frescas, que darán color y sabor al glaseado. Incorporar la mantequilla y seguir batiendo hasta que la mezcla esté lo más lisa posible. Si el glaseado os queda muy líquido, demasiado como para decorar los cupcakes con una manga pastelera, (todo depende del tamaño de las frambuesas), podéis espesarlo añadiendo azúcar glas pasado por un tamiz, hasta haber corregido la textura.
Decorar los cupcakes con arte y salero. Poner una frambuesa fresca encima de cada uno.
Una vez glaseados, hay que conservar los cupcakes en el frigorífico. Y utilizarlos para celebrar una ocasión especial.