(Esta entrada es mi regalo navideño para todas las -y los- fans de Dan, que me han escrito contándome cuánto les gusta este sinvergüenza encantador)
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-"Claro que soy yo", suelta Dan, impasible, quitándose el pasamontañas y sacudiéndose la nieve acumulada encima de los hombros, la barba llena de hielo -"¿Quién creíais que era? ¿Papá Noel?" Se abre la parka y la cuelga de la percha junto a la puerta.
Si yo te contara, pienso. -"¿Qué demonios haces aquí?", barboto.
-"¿Cómo has llegado?", espeta monsieur M. casi al mismo tiempo, -"No hemos oído ningún motor. Y tu motonieve nos la hemos llevado nosotros."
-"Yo también estoy encantado de veros", dice Dan sin mirarnos, aplicándose a quitarse unas botas enormes. -"Esquí de fondo." Hace un gesto con la cabeza hacia la puerta. La abro, y veo un par de esquís, unos bastones y una mochila apoyados contra la pared. Ahora entiendo los ruidos que hemos oído. Ya hace noche negra y está nevando de forma más abundante. Agarro la mochila y cierro la puerta rápido. Apoyada contra la puerta, pregunto:
-"¿Has esquiado hasta aquí? ¿De noche?"
-"Lámpara frontal", se limita a responder Dan, sonriente, los ojos de un azul tan profundo que se podría nadar en ellos . Hace tiempo que ya no me sorprendo por la locura quebequesa general en lo que respecta a los deportes invernales, ni de la locura de Dan en particular. Pero el azul de sus ojos sigue sorprendiéndome.
-"Estoy empapado", prosigue, tirando de los calcetines y lanzándolos lejos. -"Tengo que cambiarme o voy a quedarme helado." Acto seguido, se quita de un tirón el polar y la camiseta interior de manga larga, obsequiándome con una vista frontal en detalle de su torso: piel de un dorado claro, músculos claramente dibujados pero no demasiado voluminosos, más bien alargados, producto de toda una vida de trabajo físico y de artes marciales, hombros anchos e imposiblemente fibrosos, bíceps bien torneados, vello rubio, muy ligero, entre los dos poderosos pectorales, abdominales perfectamente delineados que terminan en una cintura estrecha, caderas que sobresalen por encima de la cintura del pantalón, que cae un poco bajo, justo lo suficiente... carraspeo un poco y me rasco la cabeza. De pronto me da la impresión de que en la cabaña minúscula hace mucho calor. Dan me dirige otra descarada y blanquísima sonrisa y se baja los pantalones con gran soltura.
Monsieur M. le contempla igualmente desde el otro lado de la habitación, recoge su copa de Scotch del suelo y gruñe: -"Tú sobre todo no te cortes. Ponte cómodo." Y se va al mostrador de la cocina. Busca una cerveza en la nevera portátil, que hemos llenado de nieve, y la abre. Se la tiende a Dan, que la coge sin decir palabra y le da un buen trago. Así, en bóxers. Ajustados. Que le quedan gloriosos, todo hay que decirlo.
Me rasco de nuevo la coronilla, siento la súbita urgencia de enterrar la cabeza en un banco de nieve para refrescarme un poco, y, para disimularla, hago un intento de ironía: -"Eso, estás en tu casa. Por cierto, creía que querías tomar algo caliente". Hago un esfuerzo titánico por mirarle a la cara mientras le hablo. Los bóxers son negros. No sabía que Dan tenía tan poco vello. Tampoco sabía que tenía un tórax bastante inolvidable. Me pregunto si meter el cráneo bajo el grifo quedaría raro ahora mismo. Descarto la idea.
-"Aah", suspira Dan, saboreando la cerveza. -"Después de la cerveza. Porque imagino que no me vais a mandar de vuelta, ¿no?" Me mira haciendo un intento de ojos de perro labrador.
-"Jrumpf. No me des ideas." Gruñe monsieur M. Casi se me había olvidado la dinámica de estos dos cuando están juntos: son como un viejo matrimonio.
Rodeo con cierta precaución al hombre semidesnudo de pie en medio del salón, sin poder evitar una última ojeada furtiva a un par de glúteos bien firmes, y me pongo a hurgar en nuestras bolsas, bastante acalorada. Tiendo una toalla a nuestro amigo. Dan me da las gracias y se frota el torso sin prisas, casi con cierta deliberación. Mientras, monsieur M., apoyado en el mostrador de la cocina, que parece diminuta en contraste con su gigantesca silueta, da un sorbito a su whisky, mirándolo con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados. Dan termina de secarse la cabeza, dejando el pelo rubio oscuro en un -demonios- atractivo remolino, y procede a rebuscar en su mochila. Mientras se viste, nos cuenta el por qué de su visita. Lo miro con un poquito de nostalgia mientras habla y se pone unos vaqueros y se abrocha la camisa de franela a cuadros.
-"Aah", suspira Dan, saboreando la cerveza. -"Después de la cerveza. Porque imagino que no me vais a mandar de vuelta, ¿no?" Me mira haciendo un intento de ojos de perro labrador.
-"Jrumpf. No me des ideas." Gruñe monsieur M. Casi se me había olvidado la dinámica de estos dos cuando están juntos: son como un viejo matrimonio.
Rodeo con cierta precaución al hombre semidesnudo de pie en medio del salón, sin poder evitar una última ojeada furtiva a un par de glúteos bien firmes, y me pongo a hurgar en nuestras bolsas, bastante acalorada. Tiendo una toalla a nuestro amigo. Dan me da las gracias y se frota el torso sin prisas, casi con cierta deliberación. Mientras, monsieur M., apoyado en el mostrador de la cocina, que parece diminuta en contraste con su gigantesca silueta, da un sorbito a su whisky, mirándolo con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados. Dan termina de secarse la cabeza, dejando el pelo rubio oscuro en un -demonios- atractivo remolino, y procede a rebuscar en su mochila. Mientras se viste, nos cuenta el por qué de su visita. Lo miro con un poquito de nostalgia mientras habla y se pone unos vaqueros y se abrocha la camisa de franela a cuadros.
-"¿No ibas a pasar la Nochebuena con esa anciana tía tuya que está sola en la residencia?" Le suelta monsieur M. Yo aún intento recuperar el uso del cerebro y estoy contenta de que otro se ocupe de la conversación.
-"Vaya," dice Dan, con una mueca irónica, sentándose en el sofá en el que hace apenas diez minutos nos hacíamos arrumacos M. y yo, y poniéndose unos calcetines entre trago y trago de cerveza, -"si no te conociera tan bien, casi diría que estás intentando hacerme sentir culpable." Pausa. Trago. -"Ha ocurrido lo que nunca se espera uno en estos casos."
-"¿Tu tía ha muerto?", pregunto, llena de compasión.
-"Oh, no." Dan bebe otro trago. -"Tante Henriette está en plena forma. En todo caso, en plena forma para alguien de 87 años. Tan en forma, que se ha echado un amante. Un novio, lo llama ella. Y cuando he llegado a su cuarto, parece que he interrumpido una celebración romántica de la Nochebuena."
-"No me digas." Masculla monsieur M. Lo miro con aire de reproche.
-"No sabía que a su edad aún era capaz de, ajem, tanta elasticidad." Dan parece un poco azorado, algo bastante poco frecuente en él. Sacude la cabeza, como para disipar una imagen, y bebe otro trago.
-"¿Qué edad has dicho que tenía tante Henriette?" pregunto, el ceño un poco fruncido.
-"87. Casi 88."
-"Wow. Tienes que preguntarle qué suplementos vitamínicos toma. Yo tengo 38 y apenas aguanto despierta hasta las diez", comento.
-"Eso es porque la compañía te aburre, beauté."
Mirada aviesa de monsieur M., que se limita a decir: -"Alguien va a dormir fuera. Atado a un árbol. Desnudo, ya que parece su estilo." Le hago callar con un gesto impaciente.
-"¿Qué edad has dicho que tenía tante Henriette?" pregunto, el ceño un poco fruncido.
-"87. Casi 88."
-"Wow. Tienes que preguntarle qué suplementos vitamínicos toma. Yo tengo 38 y apenas aguanto despierta hasta las diez", comento.
-"Eso es porque la compañía te aburre, beauté."
Mirada aviesa de monsieur M., que se limita a decir: -"Alguien va a dormir fuera. Atado a un árbol. Desnudo, ya que parece su estilo." Le hago callar con un gesto impaciente.
-"El caso es que a la buena de mi tía se le había olvidado llamarme para avisarme. Y lo peor ha sido cuando me despedía, me ha dicho que si no tenía planes para pasar la Nochebuena con nadie podía quedarme con ellos. Mi tía octogenaria, la que tiene una vida sexual más animada que la mía. Invitándome por lástima." Suspira, y vacía el botellín de un último trago. Lo mira, un poco sorprendido. Yo también estoy sorprendida.
La soltería de Dan es algo que nunca deja de sorprenderme. Y no es porque le falten las candidatas, he visto bien cómo lo miran las mujeres cuando organizamos una fiesta en casa: como se mira al último bombón de la caja. Me consta que no lleva una vida de monje. Pero aparte de amoríos ocasionales, desde que lo conozco nunca ha tenido una compañera estable. Presiento que Dan es un romántico, y que espera a la famosa "persona correcta". Siempre que se expresa en esos términos (y no es que le haya sonsacado a menudo sobre el tema, es muy reservado en lo tocante a su vida amorosa, lo que sé lo sé en gran parte por monsieur M., su más antiguo amigo) me da un poco de miedo que Dan espere toda su vida y se quede solo. Me parecería un gran desperdicio. Sobre todo después de lo que acabo de ver.
-"Así que me ha entrado una nostalgia repentina y he decidido arriesgarme a fastidiaros las vacaciones y pasar la Nochebuena con un par de buenos amigos." Añade, mirándonos con una expresión sospechosamente cercana a la ternura. Se me hace un nudo en la garganta y se me humedece el rabillo del ojo. Sentada en la mecedora de frente al sofá, alargo la mano hacia su rodilla, y estoy a punto de responder con algo sentimental y afectuoso cuando Dan completa su frase guiñando un ojo a mi enorme marido: -"...y algo me dice que tu chica me echaba de menos, M. Mi encanto arrasador, ya sabes." Sonrisa impertinente. Adiós momento emotivo. El comentario se me muere en la garganta e interrumpo el movimiento de la mano.
Presa de irritación veo que monsieur M. sonríe y responde: -"Probablemente. Hace mucho que nadie la exaspera. Yo tengo la mala costumbre de intentar hacerla feliz. ¿Otra cerveza?"
-"Oui. Hacerla feliz. Muy noble. Podrías empezar por irte a dar una vuelta y dejarnos solos." Aquí, me mira y su sonrisa me parece resueltamente insufrible.
-"Ehm, no sé si te has dado cuenta, con la falta de sutileza que te caracteriza, pero has interrumpido algo." Dice con aire petulante monsieur M., que parece empezar a divertirse de verdad. Le tiende otra cerveza. Mi irritación aumenta un par de enteros.
Dan me mira de arriba a abajo, empezando por el grueso jersey de cuello alto y terminando por el enorme par de calcetines de esquí: -"Oops. Lo siento. Veo que ya habíais sacado la lencería de lana. ¿Qué he interrumpido exactamente? ¿Una partida de bridge?"
-"Ey, la culpa no es mía si en tu barraca hace un frío que pela. No entiendo cómo no aislaste mejor las paredes, tuviste el mejor maestro." Monsieur M. abomba un poco el ya enorme tórax, con exagerada suficiencia .
Temiendo que de las habilidades sexuales ahora pasen a un duelo sobre las capacidades en construcción, y consciente de que una vez lanzados no hay quien los pare, interrumpo: -"Y digo yo que que para seguir acordes a este ambiente cargado de testosterona podríais saludaros como amigos de verdad, girando uno en torno al otro, y husmearos mutuamente. Y ya puestos, podríais levantar la pata y marcar las cuatro esquinas del chalet. Es sólo una sugerencia." Monsieur M. se ríe por lo bajo.
-"¿Imagino que os sobran las provisiones?" Dice Dan, mirando hacia la cocina. No es realmente una pregunta. Suspiro, me levanto y preparo lo necesario para calentar un bol de sopa. Monsieur M. abre la puerta de la estufa y alimenta el fuego con un par de leños.
-"Sopa minestrone, un poco de pan y queso y unos scones de naranja y arándanos que supuestamente eran nuestro desayuno de Navidad,--"
-"Te señalo la palabra nuestro desayuno. De los dos. Un desayuno navideño romántico. Los dos. Solos." Me interrumpe monsieur M. Le echo una mirada airada para llamarlo al orden. A Dan el comentario no parece afectarle en lo más mínimo.
-"--...pero que irán muy bien como postre", termino de recitar, sin ofrecer opciones. Sé que Dan va a apreciar lo que le sirva, sea lo que sea.
-"Ehm, no sé si te has dado cuenta, con la falta de sutileza que te caracteriza, pero has interrumpido algo." Dice con aire petulante monsieur M., que parece empezar a divertirse de verdad. Le tiende otra cerveza. Mi irritación aumenta un par de enteros.
Dan me mira de arriba a abajo, empezando por el grueso jersey de cuello alto y terminando por el enorme par de calcetines de esquí: -"Oops. Lo siento. Veo que ya habíais sacado la lencería de lana. ¿Qué he interrumpido exactamente? ¿Una partida de bridge?"
-"Ey, la culpa no es mía si en tu barraca hace un frío que pela. No entiendo cómo no aislaste mejor las paredes, tuviste el mejor maestro." Monsieur M. abomba un poco el ya enorme tórax, con exagerada suficiencia .
Temiendo que de las habilidades sexuales ahora pasen a un duelo sobre las capacidades en construcción, y consciente de que una vez lanzados no hay quien los pare, interrumpo: -"Y digo yo que que para seguir acordes a este ambiente cargado de testosterona podríais saludaros como amigos de verdad, girando uno en torno al otro, y husmearos mutuamente. Y ya puestos, podríais levantar la pata y marcar las cuatro esquinas del chalet. Es sólo una sugerencia." Monsieur M. se ríe por lo bajo.
-"¿Imagino que os sobran las provisiones?" Dice Dan, mirando hacia la cocina. No es realmente una pregunta. Suspiro, me levanto y preparo lo necesario para calentar un bol de sopa. Monsieur M. abre la puerta de la estufa y alimenta el fuego con un par de leños.
-"Sopa minestrone, un poco de pan y queso y unos scones de naranja y arándanos que supuestamente eran nuestro desayuno de Navidad,--"
-"Te señalo la palabra nuestro desayuno. De los dos. Un desayuno navideño romántico. Los dos. Solos." Me interrumpe monsieur M. Le echo una mirada airada para llamarlo al orden. A Dan el comentario no parece afectarle en lo más mínimo.
-"--...pero que irán muy bien como postre", termino de recitar, sin ofrecer opciones. Sé que Dan va a apreciar lo que le sirva, sea lo que sea.
Dan acaba apenas de devorar la última cucharada y yo de poner los scones en un plato para completar su cena, cuando oímos el ruido de una motonieve.
-"¿Alguien que anda perdido?" Se pregunta Dan en voz alta, extrañado, el plato vacío aún encima de las rodillas.
El motor de la motonieve enmudece, unos pasos rápidos resuenan en las escaleras del porche y llaman a la puerta. -"Para un chalet alejado de todo, aquí hay más tráfico que en pleno centro de Montreal", rezonga monsieur M. mientras va a abrir. La cara radiante de Lady D. brilla en la puerta. -"¡Feliz Navidad, monsieur M.!" El casco aún en la mano, se precipita a abrazarlo. Monsieur M. me mira con cara de no entender nada, mientras intenta responder al abrazo.
Lady D. se sacude la nieve de las botas y yo me acerco a darle dos besos. Y a preguntarle con la mayor diplomacia posible qué demonios hace aquí. Antes de que pueda pedirle explicaciones, me suelta, alegre: -"Jules está descargando. ¡Espero que no hayáis cenado todavía!"
Mientras Lady D. me asalta con unos besos, vuelvo la cabeza hacia monsieur M. y levanto las cejas en un gesto mudo de perplejidad.
Monsieur M. se sirve otro chupito de Scotch, se apoya de nuevo en el mostrador de la cocina, y cruzando los brazos de coloso comenta: -"Y bien, que vivan las navidades en la soledad del bosque."
Mientras Lady D. me asalta con unos besos, vuelvo la cabeza hacia monsieur M. y levanto las cejas en un gesto mudo de perplejidad.
Monsieur M. se sirve otro chupito de Scotch, se apoya de nuevo en el mostrador de la cocina, y cruzando los brazos de coloso comenta: -"Y bien, que vivan las navidades en la soledad del bosque."
(CONTINUARÁ)
SCONES SEXY (BUENO, DE DESAYUNO NAVIDEÑO) DE NARANJA Y ARÁNDANOS*
(* Nota: La palabra "arándanos" en español se utiliza para dos tipos de bayas que en inglés tienen nombres diferentes, porque sus sabores y colores también son muy diferentes, como las blueberries y las cranberries, que no existen realmente en España. Estos scones están hechos con cranberries, rojas y ácidas, son las bayas típicas de las recetas de Acción de Gracias y de Navidad, se suelen usar en postres y en el relleno del pavo.)
INGREDIENTES :
(Para unos seis scones de tamaño respetable, una docena si los cortáis más pequeños. Lo sexy de la receta dependerá de vosotros y las circunstancias.)
- 1 taza y 1/2 de harina integral
- 1 taza y 1/2 de harina blanca, tamizada + un poco más, por si acaso
- 1/2 taza de azúcar (para los diabéticos, en esta receta se puede sustituir el azúcar por algún edulcorante)
- 4 cucharaditas (de té) de levadura en polvo
- 2 cucharaditas de canela
- 1/2 cucharadita de sal
- 1/2 cucharadita de clavo molido
- 1/2 cucharadita de nuez moscada (recién rallada, si es posible)
- 1/2 taza de mantequilla fría del frigorífico (o margarina vegetal no hidrogenada, de forma excepcional y porque ésta es una receta "sin culpa")
- 1 cucharada sopera y 1/2 de ralladura fresca de naranja
- 1/2 taza de arándanos (cranberries) frescos o congelados, cortados por la mitad. Si no encontráis, los arándanos secos pueden ir estupendos. O frambuesas, o grosellas, frescas o congeladas. Si aún así no encontráis ninguna de esas frutas, unas guindas rojas en almíbar pueden dar a los scones el toque navideño. El sabor no será el mismo, porque los arándanos son ácidos. Pero también estarán buenos.
- 1 taza (menos una cucharada sopera, medir la taza y luego quitar la cucharada) de suero de leche bajo en grasa (buttermilk). Es fácil hacerlo uno mismo. O sustituírlo por yogur natural descremado sin azúcar, o yogur de soja para los vegetarianos estrictos (no he probado a hacer la receta con yogur de soja, así que no puedo garantizar el resultado).
- 1 cucharada sopera de zumo de naranja
- 1 cucharada sopera y 1/2 de suero de leche, para pintar los scones. O simplemente leche (agua para los vegetarianos).
- 2 cucharadas soperas de azúcar, para echar por encima
- 1 cucharada sopera de canela, para echar por encima
ELABORACIÓN
Precalentar el horno a 220º. Enmantequillar una fuente redonda (un molde de tarta sirve) o una bandeja de horno (o cubrirla de papel de hornear).
Mezclar las harinas, el azúcar, la levadura, las especias y la sal en un gran bol, pasando todo por el tamiz excepto la harina integral. Con un rallador con agujeros grandes, rallar la mantequilla encima de la mezcla de harinas. Si utilizáis margarina vegetal, que suele ser demasiado blanda para rallarla, cortad "pegotitos" de margarina distribuyéndolos encima de la mezcla de harinas. Incorporar la ralladura de naranja. Con los dedos o con dos tenedores, mezclar groseramente la mantequilla y la ralladura en los ingredientes secos. La mezcla tiene que tener un aspecto grumoso, sin grandes amasijos de mantequilla. Importante: el resultado de esta etapa no debe de ser una masa, no tenéis que amasar, es importante trabajar la mezcla lo mínimo posible.
Añadir los arándanos (o las guindas, bien escurridas) y mezclar rápidamente.
Verter el suero de leche o el yogur y el zumo de naranja y mezclar hasta que todo empiece a adquirir aspecto de masa. Enharinar la superficie de trabajo y volcar la masa en ella. Amasar lo más brevemente posible, añadiendo harina si es necesario, (lo mínimo, justo para evitar que la masa se pegue tanto que no sea posible amasar). Si se utiliza un molde de tarta, formar una bola con la masa y aplastarla hasta formar un disco de unos dos centímetros de espesor. Meterlo en el molde, y cortarlo con un cuchillo como si fueran raciones de tarta. Si se utiliza una bandeja, podéis cortar los scones con un cortapastas redondo. Tened cuidado de no trabajar ni recalentar demasiado la masa cada vez que volváis a formar una bola con los recortes.
Mezclar en un bol las dos cucharadas de azúcar con la canela. Con una brocha, pintar la masa con un poco de suero de leche (o de leche), y espolvorear con la mezcla de azúcar y canela.
Ja, ja, ja, buenísimo, qué risa a estas horas de la mañana. La descripción de Dan es como para ir corriendo a buscarlo a la cabaña uno de los días que esté allí recluído. Espero ansiosa la 3ª parte, qué risa por Dios. Por cierto las fotos y la receta, maravillosas.
ResponderEliminarHoy he tenido un pequeño adelanto de Santa... me han llamado a las 8 para cancelarme la clase de las 9. Así que he puesto los villancicos de fondo y me he regalado un desayuno con calma. Después me he preparado un café bien calentito y estoy aquí leyendo tu historia de Navidad capítulo a capítulo con Bing Crosby de fondo, nieve en la ventana y una taza roja humeante... ains, ¡cómo te echaba de menos! :-)
ResponderEliminarArantza....te sigo...en cuanto me lea navidades parte1 2 y 3 te comento...pero requiere un rato de calma...
ResponderEliminarmuaks
Vaya!! si llego a saber que das una fiesta me apunto...pa la próxima avisa, eh! jajajajajajajajajajajajaj.....
ResponderEliminarFelices Fiestas guapetona!! y felicita tb a Monsieur M., bueno vale, y a Dan ;P
Ja,ja,ja... La receta me la leo dentro de un rato... Yo que había dejado de maquetar un rato y me había puesto a curiosear un poco, me encuentro esto. ¡Gracias por alegrarnos a las que trabajamos en casa! ¡Eres una de mis "hadas madrinas"! Siempre me dejas con una sonrisa en la cara.
ResponderEliminarBesos
Jajaja, mi mente ya andaba fantaseando desde la parte 2... y en este momento estoy echando MUCHO de menos el no estar en Berlín, porque ahora mismo necesito salir a la calle y tirarme directamente (así en pijama como estoy) a un montón de nieve (que haría algo así como pssssshhhh...)
ResponderEliminarUna sugerencia, ponme las recetas al principio porque para cuando llego, como que ya no estoy en lo que estoy.
Jajajaja... me he reido un montón... y por Dios que la descripción de Dan me dejó "trastornada" (desgraciadamente aquí no hay nieve, y para colmo hoy hace un día bastante soleado... se impone adelantar la hora de ir a nadar a la piscina : )
ResponderEliminarGracias por tus relatos,
Saludos, C.
PD: Dan se lo puede pedir una para Reyes? Un geiperman nórdico o así? xD
Estoy con anónimo: puedo pedirme un Dan para Reyes? Tu relato ha producido una especie de efecto cosquilleo en mis hormonas de divorciada ja ja ja ja ja ja ja! Muxu bat.
ResponderEliminarMe ha encantado tu blog y su contenido gracias!! un beso
ResponderEliminarPero bueno, Arantza! Jajaja, ¡menuda descripción te has marcado, es que te has recreado en cada detalle! Vamos, me he quedado ya afectada para todo el día: ¡¡¡Quiero un Dan Ya!!!
ResponderEliminarMuy satisfecha con este cadeau navideño en forma de entrada de tu blog, me ha encantado, como todo el capítulo en general. Los diálogos de "confrontación masculina", antológicos. Y la receta... con esta me animo! Voy a intentar hacerla.
María
Como siempre enganchada a tus relatos!!
ResponderEliminarPetó
Vaya vacaciones...
ResponderEliminarMejor imposible!!!
¿Qué será lo que tienen los Dan?
ResponderEliminarPor una parte me alegro que esto sea un relato inventado, porque tentaciones como éstas mejor sólo en la ficción.
Es facilísimo meteterse de lleno en tus historias. Y además son muy buenas para la gimnasia facial (porque se leen con una sonrisa puesta).
Feliz Navidad y estoy desando ver cómo continúan tus solitarias vacaciones.
me gustan tus relatos y feliz navidad
ResponderEliminarMimá... no estoy de acuerdo, Arantza; DAN no es un sinvergüenza encantador, es ese hombre que te hace cuestionar qué estabas haciendo hasta el momento!!!! (con lo bien que ibas con todo). Estoy deseando seguir el relato!!!
ResponderEliminarPor cierto, habías hecho una receta??? Me gustan los scones así, yo siempre los he hecho redondos! Qué bonitos quedaron...
Muchos besos!
Wao que buen relato.... Yo también quiero un Dan.. Madre de Dios, creo que me voy a dar un paseito aprovechando que nevó todo el día..
ResponderEliminarAhh y estoy de acuerdo con Noema, xque en lo que llegue a la receta me sorprendi de ver los Scones y no una foto de DAN ;-)... me quedé enganchada con el cuento...
Un abrazo..
Glenda
....pues bueno donde duermen dos, duermen 3, 4 5 ...eso si cada uno en su sitio que veo yo que esto se esta complicando ...lo de estar tranquilos como que no.....cachis con el Dan!!!
ResponderEliminarLos scones me han encantado...a ver si tengo valor y los hago, los únicos que he probdo són los de Maite (hierbs y especias) y me encntan....por aquí dudo que encuentre cranberries...otra opción??
Me encanta leerte...disfruto como una enana...
un besote
: )
ResponderEliminarSe me ha quedado la sonrisa boba cuando he comenzado a leer, me hubiera gustado estar en tu chalet admirando esa maravilla de hombre jejejeje...
Lo invitaría en mi casa de vacaciones, por si quiere climas un poco mas calidos.
Chica, eres genial.
Feliz Navidad.
Feliz Navidad Arantza y por favor, sigue escribiéndonos más historias con Dan!.
ResponderEliminarLlego un poco tarde, pero ya sabéis lo que son las navidades: mucha gente en casa, muchas cosas por cocinar, regalos por envolver, correos por responder... intentaré responder a vuestros comentarios uno por uno en el próximo capítulo. Gracias por escribirlos, son una de las cosas que dan ganas de seguir publicando el blog. Besos a todos y pasad unas fiestas agradables.
ResponderEliminar...me alegro de que mi "regalo" en forma de Dan haya tenido éxito ;-)