Hablar con mi Santa Madre (es que yo pienso en mi madre con mayúsculas) de inmigración, racismo y xenofobia, es el equivalente dialéctico de lanzar mierda a un ventilador en marcha, como dirían por aquí. Uno termina siempre por salpicarse.
A ver, no me malinterpretéis, dejando a un lado su dificultad para asimilar la convivencia con compatriotas de otra raza, sean inmigrantes (categoría en la que incluye a cualquiera que venga de allende las fronteras de Alava), gitanos, o de Madrid (raza que ella abomina especialmente), mi progenitora es una buenísima persona, generosa, amable, siempre dispuesta ayudar, desprovista de egoísmo o rencor, temerosa de Dios y de las corrientes de aire.
Y es que mi Santa Madre pertenece a una generación de sexagenarios-septuagenarios que vivieron los últimos coletazos de la guerra civil y la muy negra posguerra española, generación que pasó los años supuestamente mejores de su juventud bajo el yugo de la dictadura de Franco y de la Iglesia católica, que pasó hambre, tuvo que trabajar durante buena parte de la infancia y para quien la inmigración en la España de la última década ha ido demasiado rápido, no ha tenido tiempo de adaptarse, de asimilarla.
Cuando explico a la gente de aquí que entre la generación de mi madre y la mía (los nacidos en la emergente clase media española de los 70), no hay una brecha generacional, sino un abismo, un pozo sin fondo, debido a la diferencia enorme de crecer al final de la dictadura, en una de las épocas de prosperidad económica más floreciente de España, y la oscuridad de la época en la que creció ella, no se imaginan hasta qué punto no exagero. Lo sorprendente no es que a veces tengamos problemas para entendernos ella y yo, sino que lleguemos a entendernos tan a menudo.
Para curarme de la incomprensión crónica hacia mi Santa Madre, ahora intento abordar nuestros malentendidos con actitud de antropóloga que estudia una tribu desconocida de Papuasia: pienso que el ser humano que tengo delante tiene un sistema de valores, una moral, unas creencias, unas costumbres y una educación que no tienen nada que ver con las mías. E intento tratarla con respeto. Y se da la circunstancia de que además es mi madre.
Santa Madre: "-Hija, cuando ahora se sienta una en el parque no ve más que suramericanas (ella lo dice así, englobando todo el continente) sentadas con los abuelos. Todas trabajan cuidando abuelos, fíjate. Qué bien se lo montan en este país."
Hija Ingrata (sé que es un error antes de abrir la boca, pero aún así no puedo contenerme): -"Eehm, ¿qué quieres decir exactamente con lo de que «se lo montan muy bien» en este país, ama?"
Santa Madre: -"Pues eso, que vienen aquí y se sacan sus buenos dineros, uy, no sabes cómo ganan, ésas." (En el lenguaje de mi Santa Madre, el uso del demostrativo es muy revelador, cargado de sobrentendidos. También es incapaz de decir "negro" para describir a un inmigrante de raza negra, le suena a palabrota. Intenta atenuarlo por el uso de diminutivos, con intención amable: -"le he comprado un CD al negrito de la plaza"-, aunque el "negrito" en cuestión sea un señor senegalés de cuarenta años que mide un metro noventa).
Hija Ingrata (sintiendo la acostumbrada comezón ideológica que me corroe): -"¿Me estás diciendo en serio que crees que las inmigrantes que trabajan de ayuda doméstica -vamos, de chacha- ganan mucha pasta?"
Santa Madre (llena de la convicción y confianza de los justos, de los justos bíblicos, para ser exactos): -"Claaaro. Si ganan muy bien, oyes" (... esto viniendo de una mujer que siempre ha trabajado en sus labores, en casa, sin remuneración, y que probablemente no tiene ni la más remota idea de cuánto gana hoy un empleado con salario mínimo en España.)
Santa Madre (con gran candor): -"Pues estoy segura de que ganan mejor que en su país. "
Hija Ingrata (con tono pontifical): -"Estoy segura de que a menudo las contratan porque el sueldo es inferior al que pagarían a un español por el mismo trabajo."
Santa Madre (obviando el punto principal de mi argumento, y empezando a ponerse nerviosa debido a la hostilidad palpable en mi voz y al giro que toma la conversación; escucho ruidos y sospecho que ha empezado a poner una lavadora): -"Seguro que es mucho más de lo que ganarían en... bueno, de donde sea que vengan."
Hija Ingrata (poniéndome ligeramente desagradable): -"Qué leches, deberían ajustar los sueldos al nivel de vida de Bangladesh, o de una aldea andina, total, como el dinero lo van a enviar a allí de todas maneras..."
Santa Madre (sin haber captado el tono cáustico): -"Pues sí, es verdad. Y lo bien que están aquí, oyes. Hasta les dan un día libre. Me lo dijo una en el parque."
Hija Ingrata (comenzando a desesperar): -"Wow. Un día libre. Qué despelote. Y estoy segura de que ni siquiera las pegan."
Santa Madre (embalada, sin notar el sarcasmo): -"Y tanto. Si es que viven como reinas. Y hasta les han abierto locutorios, para que llamen a casa."
Hija Ingrata (ahora soy yo la que se planta el manos libres en la oreja, respiro hondo, intento adoptar la actitud de antropóloga, y empiezo a picar ajo con saña): -"Les han abierto... lo dices como si fuera una obra social. Son negocios que han nacido con la inmigración, no centros de caridad."
Santa Madre: -"Y la de problemas que han traído, estos extranjeros. Yo las veo en el parque, con ese acento, menudas son, ésas, y dice el periódico que hay una cantidad de pandillas callejeras... vaya panda de maleantes. Ésos." (lo suelta así, sin transición de una cosa a otra. Santa Madre lee el periódico, y dado el periódico que lee, es una prueba viviente de que no por leer las noticias uno está forzosamente mejor informado).
Hija Ingrata (reduciendo el ajo a una pulpa irreconocible, y con un amago de jaqueca que comienza): -"El acento... más bien los acentos... a ellas también les tiene que parecer que nosotros tenemos un acento. Todos tenemos algún acento. Y no todos los latinos son delincuentes callejeros, como no lo son todos los españoles." Y que vivan las generalizaciones. -"Si tenemos en cuenta de que en Quebec las únicas veces que la radio o la tele mencionan al País Vasco es para hablar de los atentados de ETA, imagina si todo el mundo aquí se pusiera a generalizar como tú. El aduanero se pondría el guante de látex cada vez que paso la frontera."
Santa Madre : -"¿En la aduana se ponen guantes? ¿Para qué?". (Bendita sea).
Hija Ingrata, súbitamente agotada: -"Eehmm, para registrarme el, euh, bolso, para ver si llevo explosivos, mamá. Lo que quiero decir es que yo aquí soy una inmigrante, exactamente como esas mujeres que cuidan de los abuelos."
Santa Madre (con pasión): -"Pero tú eres maja chica. No como ellas."
Hija Ingrata (ahora con un dolor de cráneo manifiesto): -"Y ellas probablemente también. Las habrá majas y menos majas, exactamente igual que las vascas de pro, mamá."
Santa Madre (imparable): -"Y lo educada que eres."
Hija Ingrata (buscando una aspirina en el botiquín, con la mano que apesta a ajo): -"No sé por qué presupones que las latinas no son ed---"
Santa Madre (con ímpetu maternal): -"Y limpia."
Hija Ingrata (cansada, muy cansada): -"Mamá, lo que intento dec---"
Santa Madre (madre no hay más que una): -"Y trabajadora."
Hija Ingrata (exhalando un graaaan suspiro): -"Todo esto venía a que las inmigrantes latinas que trabajan como empleadas de hogar---"
Santa Madre (arrebatada): -"Y guapa. Guapa, guapa."
Hija Ingrata (desistiendo): -"Ggrñ."
Santa Madre : -"Suenas cansada, chatita. ¿Ya comes bien?". (Con tono concluyente): "Nada, nada, tú no te hagas mala sangre, que ésas viven como reinas."
Otra generación, otro mundo, otras vivencias...y un pais que ha cambiado muy, muy rápido.
ResponderEliminarYo soy hija de gallegos que emigraron a Suiza, es por ello que el punto de vista de mi "Santa Madre" es diferente, pero aún asi...hummm...demasiados cambios demasiado rápido...
Un besazo!!
Arantza....te consolaría ver a mi Santa Madre, y me encanta lo de ingrata, puesto que es así como me llama ella........Clemente (que no es un ejemplar de mi agrado) dijo: lavar la cabeza a un burro es perder tiempo y gastar champú (vaya metáfora la suya), y de esa gisa me siento yo cuando intento hacerles entender, no sólo a mi Santa Madre, sino a los cenutrios que no han salido de aqui, que el mundo de colores, que pertenece a todos los colores y que en toditas las partes del mundo hay gente fascinante......y comparto contigo el rechazo hacia la palabra tolerancia....
ResponderEliminarCómo disfruto leyendote!!!
En mi casa la discusión es aún más apasionante. ¿Los homosexuales son así porque están enfermos, vamos, porque nacieron defectuosos, o más bien es cosa de mala voluntad? Yo me pongo púrpura y nunca progresamos nada.
ResponderEliminarAy, las madres....menos mal que sólo tenemos una, si no, imagínate!
ResponderEliminarYo también siempre pierdo los papeles... jaja, y todavía no he aprendido que es imposible convencer a una madre... Me encanta lo de "Suenas cansada, chatita", esa vuelta repentina a los roles madre-hija (¿ya duermes bien?) ajena a cualquier debate. Ante eso no hay más remedio que tirar la toalla y a otra cosa mariposa.
ResponderEliminarMe lo paso en grande leyendo con todo lo que nos regalas. Me da casi igual si detrás hay , o no, una receta. Tu humor digamos que para mi es algo particular y precisamente por eso me gusta. Sin tapujos.
ResponderEliminarSiempre me pregunto si tu "Santa Madre" se pasa alguna vez por tu blog. Me la imagino con la cara a cuadros.Por otra parte en poco difiere de la mia unos años antes. Quizás cuadrada en otros temas , pero con esa mentalidad cerrada que ni a ellas las dejó vivir a gusto.Hay que aprovechar y mirar de no repetir sus "talantes".
un abrazo
Hola Arantza. Flipo con tu blog, pero sobre todo flipo contigo, con tu humor y con tu Santa Madre (yo también la pongo en mayúscula por respeto a tí). Llevo un par de meses siguiéndote y estoy atenta a cada nueva entrada... un beso y hasta la siguiente.
ResponderEliminarSiempre se habla de la brecha generacional pero no había caído yo en por qué los padres de amigos y conocidos de otros países no tenían tanta...claaaro, un país que ha cambiado demasiado rápido! Pero lo que de verdad a mí me "anodada" es cómo la tv los ha vuelto progres, comprensivos y "de mundo" y que lo que hace 10 años era un escándalo hoy: "hija, es de lo más normal" sobre todo con la cantidad de presentadores gays que hay en este momento. Es decir, yo veo que, a marchas forzadas, se ponen al día gracias a la caja tonta...algo bueno tenía que tener,no? Al menos así es a mi alrededor.
ResponderEliminarPaula.
Oye, ¿dónde y cuándo has puesto tú los micrófonos en mi casa? esa conversación la he tenido con mis padres unos cuantos cientos de veces... con agravante de homofobia, me duele reconocer.
ResponderEliminarMis padres tampoco consideran que yo haya sido emigrante (pero hija, por lo menos tú te fuiste con estudios) y que su yerno querido también lo es. Pero claro, él es rubio y no se le nota tanto. No sabes cómo te entiendo.
¡Gran receta la de las cookies! han quedado deliciosamente chewy (y dan de comer a una boda).
Buen fin de semana a todos/as,
Cómo me gusta este revuelto de kutixis y "antropología".
ResponderEliminarA mí lo que me da más coraje ni siquiera es el abismo que nos separa y la incomprensión mutua, sino pensar que es imposible escapar del anquilosamiento de neuronas que parece que inevitablemente viene con la edad... estamos abocados todos, incluida yo, a sostener ideas y conceptos inamovibles a partir de cierta edad? Eso sí que me da pavor. La falta de flexibilidad y adaptabilidad, y la incapacidad para ver más allá de tu propia tribu y costumbres... joerrr, qué a gusto me he quedao.
ResponderEliminarJajajaja, el pan de cada día. Mirémoslo así: defendiendo como hacemos la variedad y la diversidad en el mundo, ¿qué sería de él sin estos "casos perdidos"? (y que me perdone tu Santa Madre). El caso es que también le dan color al mundo. A cierta edad (y ya nos tocará, como dice Miriam) poco se puede cambiar ya. Lo que da miedo es la de gente joven, y muy joven, que piensa también así.
ResponderEliminarY yo también prefiero la palabra aceptación, pero con los casos extremos, si conseguimos algo de tolerancia, podemos darnos con un canto en los dientes.
PD: La comparación del ventilador en marcha es muy... ejem, visual!
A mí me encanta dar respuestas-sorpresa. Por ejemplo, cuando me preguntan que si hay muchos inmigrantes en Austria, yo les respondo que YO soy una inmigrante... o cuando me dicen que "todos los ... (insertar en el espacio cualquier nacionalidad) son así o asá" Y yo les respondo que qué maravilla poder conocerlos a TODOS. La verdad es que también es gastar esfuerzos en balde, pero yo al menos me quedo algo más tranquila :) ¡Besos!
ResponderEliminarCherry cookies hechas. Hiperglucemia a cada bocado. Éxito total.
ResponderEliminarJo! (porque no puedo decir algo más gordo), cómo te entiendo Arantza y es que hay padres ( e hijos) tan prototípicos, conozco ambas generaciones, ugggggg!, cómo duele España, a veces...
ResponderEliminarSolo quiero recordaros que la juventud es la unica enfermedad que se cura con los años.
ResponderEliminarFaican
Ya veo que tu madre te torea como quiere y que tú entras a trapo (utilizando el lenguaje taurino)...Yo voy para los cincuenta y cinco y mi madre me sigue toreando...Aunque yo ya tenga algún resabio...Saludos!
ResponderEliminarUna generación curiosa la de nuestras madres, la mia ve a todos los extrangeros con ojitos de intermoon XD temerosa de Dios y de las corrientes de aire. como tu madre, generacion del 42? Un bico enorme preciosa
ResponderEliminarMaïte y Paula: Sí que es verdad, sí. En Quebec la inmigración realmente masiva comenzó a llegar en los cincuenta, así que se nota que "los importados" ya estamos más asimilados. Espero que en la piel de toro en una década ya se haya digerido el hecho de que haya conciudadadnos de todos los colores y procedencias.
ResponderEliminarIntxaurtsu, Bea la cocinillas, Vir, Cecilia, Miriam, Cosas de cocina, Cris Y An: tengo que recordaros que este post está etiquetado "docuficción". Vamos, que hay una parte real y otra de ficción. O mezclo varias personas que conozco en un mismo personaje. O exagero una realidad para ilustrar una idea. Esta aclaración es para evitar que Santa Madre me desherede (ya he recibido una llamada suya bastante sulfurosa esta semana... y es que ella también me lee :-). Yo creo que todos tenemos prejuicios, sólo que desarrollamos un "glaseado" para cubrirlos y que no se nos noten demasiado.
Lupe: uf, el tema de la homofobia es tan deprimente en algunos círculos familiares que mejor no entramos en detalles. Una causa perdida por conversación es suficiente.
Flor de la Pasión: gracias por pasarte por aquí con tanta fidelidad, por leerme y por comentar. Sin lectores esto no existiría.
Giputxi y Paula: Gracias por el feedback, chicas! Me alegro de que las cookies os hayan gustado.
ResponderEliminarJo: gracias. En esta cocina hay banquetas para todo el mundo. Por cierto, Jo, tengo el euskera muy oxidado... me voy a buscar kutixi en el diccionario :-)
Noema: tu comentario es sabio, oh camarada emigrante :-). En cuanto a lo visual de la expresión, la primera vez que leí "... and then the shit hit the fan" para decir que se armó gorda, me pareció de lo más evocador :-D.
Marona: je, yo suelo decir lo mismo. Ay, esas falsas seguridades a las que nos aferramos cuando nos entra la inseguridad de no conocer algo...
Faican: ... y el cinismo la única que empeora, no?
Lo que nadie sabe es, que, lo importante no es ser inmigrante para estos padres, lo importantes es no parecerlo... por ejemplo, (y en esto unifico varios incisos de uno y otro bando migratorio): pero tu no "pareces extranjero", "no se te nota nada", y eres un chico educado (soy chileno en Canarias) no eres como los otros que no se "mezclan", tu hasta te has vestido de romero (núnca me preguntan sobre mi traje típico)... Aun que yo no tengo este tipo de discusiones con mi madre (las mías se remiten a lo lastimeramente mismosa que se pone al teléfono y que a veces me sacan de quicio), si está la frase bandera ¿Comes bien?, que en su caso no procede por que llevo 12 años fuera del país y 24 años viviendo solo y sabe que me he labrado una fama de cocinitas entre mis amigos... En fin que si nos ponemos en sus contextos históricos y personales,bastante hacen con ser modernitos por medio de la caja tonta aunque sea... Ah!! tampoco me gusta la palabra "tolerar" prefiero normalidad que es mi bandera diaria como homosexual (que esto si da para relatar muchas conversaciones hilarantes por decirlo menos con mi madre) FELICITACIONES CHATITA (como dice tu Santa Madre) por el blog
ResponderEliminarYo no comprendo a tu madre y es que la mía no me ha dado problemas de ésos, es muy comprensiva... salvo con los homosexuales y el sexo. Tiene una obsesión con el sexo al cual acusa de casi todo lo malo, sobre todo cuando tiene que ver conmigo. Y los homosexuales para ella son seres a los que hay que tener toda la consideración, hay que ver ¡pobres! tratarlos mal sería como tratar mal a un retrasado mental o a un rengo. Para ella son seres defectuosos. Y no hay manera de moverla de su idea del "sexo-es-para-tener-hijos" y de los homosexuales "pobres-ya-nacieron-fallados" porque como es médica pretende imponer su posición con la fuerza de la ciencia. El que yo le rebata todos los puntos a fuerza de lógica y descubrimientos científicos, sólo sirven para mirarme con actitud soberbia y soltarme alguna frase al estilo "vos no sabés nada, yo fui médica y vi lo peor de los hospitales".
ResponderEliminarDe todos modos, yo no discuto con ella para convencerla sino para dejarle en claro lo que pienso. No vaya a ser que se sienta confirmada por aquéllo del que calla otorga.
¡Un saludo cordial!
Hola, Hija Ingrata. Sí, madre no hay más que una, pero veo que se repiten, aunque una sea vasca y la otra andaluza (como es la mía). Cuando le dije que me venía aquí a trabajar, su pregunta fue "¿te vas de emigrante, hijo?"
ResponderEliminarEstoy completamente de acuerdo con el párrafo en el que dices que tu madre pertenece a esa generación de sexagenarios... No hay mejor manera de describirlos, con exactitud, comprensión, afecto y ternura.
He descubierto tu blog ahora. Disculpa por este cometario tan retrasado :-)