miércoles, 17 de febrero de 2010

No quiero ir al cole

... me duele la tripa."

- "Deja de remolonear. Levántate y corre a la ducha, es tarde."

- "Y la cabeza, también me duele la cabeza. Creo que tengo fiebre."

- "Corre, te digo. Que sólo tienes un cuarto de hora. No te va a dar tiempo a desayunar. Vas a perder el autobús."

- "Tengo náuseas."

- "Ya basta de excusas. ¿Qué tienes a primera hora?"

- "Artes Plásticas. Argh."

- "Plástica, es bonito, eso. Agradable para empezar el día, ¿no?"

- "No cuando la que da la clase a los babuinos de secundaria 3 soy yo."

"Los hombres inteligentes quieren aprender; los demás, enseñar". - Anton Chejov

"En el principio Dios creó idiotas; eso fue para practicar. Luego creó las juntas escolares. " - Mark Twain

"Uno no aprecia muchas de las cosas de la escuela hasta que se hace mayor. Pequeñas cosas como que te azote todos los días una mujer de mediana edad, cosas por las que más adelante pagas un buen dinero." - Emo Philips

"Cualquiera que haya asistido a una escuela pública inglesa se sentirá comparativamente en casa en la cárcel." - Evelyn Waugh

"En nuestra escuela nos registraban al entrar para ver si llevábamos pistolas o cuchillos y, si no era así, te daban alguno." - Emo Philips

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Esta entrada es una extensión del comentario que he dejado en este otro post, de lo más acertado, del Hombre ama de casa. Su entrada, escrita desde el punto de vista de un padre, me ha parecido digna de reflexión, y como no quiero repetir lo que él explica tan bien, os sugiero que la leáis.

Soy profesora. Tranquilos, no es contagioso. Ahora mismo busco trabajo, pero me temo que ser profe es algo que más que tener un contrato. He enseñado a gente mayor, y en primaria, y en secundaria, a más de trescientos alumnos por año, de todas las edades entre los cinco y los diecisiete años, y a veces hasta los setenta y cinco. He ejercido esa profesión en Canadá, pero sospecho que muchos de los problemas que existen en las escuelas de aquí se parecen a los de allí, salvo que quizá, por lo que me ha comentado una amiga que es profe en España, aquí los padres son un pelín menos peligrosos. Lo digo porque aquí aún no he visto nunca a un padre irrumpir en plena clase gritando al profesor "te voy a romper la cara", pero dadle tiempo al tiempo.

Yo vengo de la generación de la tarima de madera, en la que el profesor estaba -y no sólo físicamente- por encima de los alumnos. Una generación en la que los padres te daban un castigo de propina si se enteraban de que la profe te había castigado, reforzando así su autoridad. Y ahora que menciono la autoridad, vengo de una generación en la que palabras como "autoridad", "disciplina", "esfuerzo", no eran consideradas como palabrotas antipedagógicas. Tampoco tengo la impresión que los de mi quinta hemos salido especialmente traumatizados de la escuela.

Por supuesto que tuve profesores horrorosos. De hecho, todos los buenos profesores se esfuerzan por mantener vivo el recuerdo de cuando ellos fueron alumnos, para no reproducir las mismas barbaries. Soy plenamente consciente del poder que un buen o mal profesor tiene sobre los alumnos, especialmente los más pequeños. Yo odio las matemáticas y todo lo que tenga que ver con números, gracias a una profesora que nos aterrorizó durante el bachillerato, época en la que las mates se complicaban considerablemente. Está claro que mi minusvalía numérica innata no me predisponía a adorar la asignatura, pero una profesora más humana hubiera ayudado a que al menos no la detestara.

También recuerdo una profesora de gimnasia que parecía haberse propuesto que aborreciéramos toda forma de ejercicio físico. Y que lo consiguió, al menos en mi caso, poniendo en evidencia repetidas veces mi torpeza y mi falta de coordinación y de gracia, a una edad en la que ya de por sí hasta los más atléticos parecen estar incómodos dentro de sus propios cuerpos.

Mucho más tarde, ya adulta, cuando descubrí otros deportes que no requerían esa feminidad y ligereza de la gimnasia rítmica y el ballet, me sorprendió a mí misma cuánto me gustaba moverme. Probablemente hubiera sido mucho más deportista de lo que soy si las cosas en la escuela hubieran sido diferentes (mis padres no practicaban ningún deporte). Pero culpar toda tu vida a los profesores o a los padres tiene sus límites: llega un tiempo en el que hay crecer y asumir la responsabilidad personal. Aunque aún haya momentos, en medio de mi jogging cotidiano, en los que no puedo reprimir un simbólico corte de mangas a aquella amarga profesora.

Por el contrario, tuve un genial profesor de historia en COU, unas profesoras de EGB a las que recuerdo como a segundas madres (ah, la seño Cristina, en segundo, que me llevaba de la mano hasta el patio, cuando yo aún era una niña aquejada de una timidez brutal).

Y ya adulta, mi director de tesina, monsieur P., ese lingüista doctísimo, barbudo, judío y jubilado, es mi ídolo pedagógico. Sin él nunca hubiera terminado de revolucionar el mundo de la lingüística. Durante estos dos últimos años ha sabido mantener un equilibrio perfecto entre un positivismo a prueba de bomba (en los dos sentidos, el práctico y el filosófico), un humor alentador y una exigencia académica despiadada. Era capaz de contarme un chiste rijoso y acompañarlo de una referencia erudita tan oscura que yo necesitaba dos días y varios libros y diccionarios para entenderla. Apreciaba en su justa medida los enormes esfuerzos que he tenido que hacer para escribir en francés académico, y parecía saber perfectamente cuándo necesitaba de él un comentario confortador y cuándo una patada en el trasero. No todos los profes pueden dosificar adecuadamente ambas cosas.

Así que en efecto, como decía al principio, soy plenamente consciente de la influencia de un profesor en la vida de un estudiante.

Podría escribir un libro sobre el tema pero probablemente sería infumable, por consiguiente, me limitaré a constatar lo que he observado durante mis años de práctica:

1. Siempre me divierte ver cómo los padres reprochan a los profes algunas de las cosas normales que pueden ocurrir en la escuela (accidentes, peleas, olvidos); yo he tenido clases de 36 niños de cinco años y me las arreglaba para mantenerlos en orden, concentrados, moderadamente respetuosos, entretenidos, contentos de aprender y vivos. Sin ayuda de otro adulto ni de calmantes. Sobre todo cuando algunos padres no son capaces de controlar a dos niños.

Quizá esta dificultad para controlar a los retoños tenga algo que ver con el desuso generalizado en el que ha caído la palabra cimentadora de la educación: "NO". En algún punto de la pasada década, los nuevos padres han pasado al otro extremo: de un autoritarismo irracional a un "soy coleguita de mis hijos" radical. Y en el proceso han olvidado que aprender a ganarse las cosas por el esfuerzo y la paciencia, a hacer cosas necesarias que no siempre nos apetecen, y a aceptar la frustración de no obtener siempre lo que queremos, forma parte de crecer.

2. Ser profe no está pagado para la cantidad de trabajo y el nivel de preparación, vocación, paciencia y amor (sí, amor, porque queremos a los niños que tenemos en clase, por mucho que eso sorprenda) que requiere. Si me hubieran pagado cada hora de preparación, cada hora extra pasada en un pasillo a pasar kleenex a un niño o adolescente dolorido, a escuchar quejas de padres que nunca se acuerdan de mi asignatura hasta que ven las notas de mayo y entonces piensan en la media global, a mediar en conflictos de todo tipo, hace mucho que hubiera terminado de pagar la hipoteca.

En Quebec, los trabajadores de la enseñanza baten récords de depresiones por agotamiento profesional, junto con las enfermeras. Dos profesiones que tienen en común su carácter vocacional (al profesor al que no le gusta enseñar, le espera una vida sumamente infeliz, y a sus alumnos también), y la entrega personal desinteresada, que va más allá de horarios y convenios colectivos. La falta de reconocimiento de su importancia también es un punto común.

3. Los profesores son formados y contratados para enseñar (subrayo este verbo), y no para educar. La educación, el respeto, la disciplina, son cosas que se aprenden en casa, con los padres. Pero tengo la impresión de que cada vez más se delega en los profes el rol de padres.

En los últimos años he tenido que enseñar a chavales de 6 años (¡y de 16!) a dar las gracias, decir "por favor" y "buenos días" ( y no durante el curso de español), a resolver un conflicto sin llegar a los puños, a atarse los cordones de los zapatos, a leer la hora en un reloj, a sonarse la nariz y a usar un cuchillo y un tenedor o la servilleta, para que quien comparta mesa con ellos en la cafetería no pierda instantáneamente el apetito. Hacer todas esas cosas me ocupaba tiempo, un tiempo en el que no hacía el trabajo por el que supuestamente me pagaban: enseñar un idioma y enseñar artes plásticas. Las he hecho sin problema, contenta de poder ayudarlos, porque alguien tenía que hacerlo. Todas estas cosas a mí me las enseñaron mis padres, en casa. Formaban parte de la educación.

Un besazo a todos los padres y madres que entienden la diferencia y hacen su parte, permitiendo así que gente como yo pueda concentrarse en su trabajo: enseñar.

PD: (La recomendación literaria del día: "Chagrin d'école" -"Mal de escuela"-, de Daniel Pennac. Lectura imprescindible para todos los profesores.)

21 comentarios:

  1. Arantza, ¡cuánta razón tienes!
    Yo estudié en un cole en el que sabíamos que el profe era la autoridad y desde luego que no tengo ningún trauma por ello. Pero es que yo no se qué narices les pasa a algunos padres hoy en día.... a algunos de mis sobrinos les he tenido que enseñar que en mi casa se come sentado a la mesa, y no en el sofá delante de la tele, que hay que usar los cubiertos y que las manos te las limpias en una servilleta y no en los brazos del sofá...en fin, y eso que son los hijos de mi hermana mayor!!!!!!!!!!!!! cuando trato de hacerle entender a mi hermana que sus hijos van a tener serios problemas de convivencia cuando sean mayores me mira como si no entendiera de qué le hablo......
    Desde luego para ser profe hoy en día hay que tener mucha moral...

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  2. holaaa

    si puedes, intenta ver un ratillo de un programa de tele5, generacion ni ni, ni estudian, ni trabajan... todo lo que puedas imaginar en relacion a un grupo de adolescentes mal criados y mal educados, en ambos sentidos de la palabra, se quedara corto, que digo corto, cotiiiiiisimo.

    cada dia me acuerdo mas de mi abuelo, que al ver la juventud de los 70-80... etc, "ha de venir una guerra...", si llega a ver los de ahora, la empieza el

    :-)))

    v'sss

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  3. Hola. Tienes mucha razón en eso de que hay profesores que te marcan, para lo bueno y para lo malo. Yo tengo a muchos bien gurdados en la memoria, algunos en el corazón y otros en otro sitio.

    Respecto a los padres, mi teoría al respecto es que se han acomodado. Educar es una tarea muy muy difícil y se deja de lado. Los niños no aprenden el valor del "NO" porque los padres no quieren enfrentarse a decir que no a todas horas. Y no aceptan la frustración porque sus padres no asumen que educar es pasar la mayor parte del tiempo frustrado.

    En fin, que este tema daría para largas conversaciones. Gracias por el enlace y por ser profe.

    (Hay una canción muy chula de Los Fresones Rebeldes que se llama "De profesión, profesora" pero no está en youtube.)

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  4. Ains, querida, me acabas de reconciliar con el mal rollo que arrastro todas las noches por pensar que soy una madrastrona por la cantidad de horas invertidas en conseguir que mis hijas coman con corrección, sean corteses y respetuosas con los demás, tengan curiosidad e interés, sean bien educadas... porque eso requiere horas de esfuerzo y acabas con la sensación de ser muy mala malísima por estar todo el día dando la vara a los niños.

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  6. Yo tampoco he tenido nunca ningún conflicto porque los profesores y mis padres fueran la autoridad en mi niñez y adolescencia, incluso es más, creo que es lo correcto,y tengo tres hijos, a los que quiero, respeto y educo, pero como madre ,no como amiga, para eso tienen a sus compañeros. Mi suegra y dos de los hermans de mi marido son profesores y cada vez les resulta más duro ejercer su vocación, es una lucha diaria. Hoy mismo leía sobre el Liceo francés y es tremendo que los profesores y otros compañeros tengan que sufrir y tener miedo a una juventud carente de educación y principios, de la que por otra parte son culpables sus padres. Y esto parece que cada vez se extiende más, con echarle la culpa al ritmo de vida, se desentienden de todo.
    Hay una canción de Macaco, dedicada a la Tierra, en la que dice una frase que también se ajusta a esto, y dice así:
    " Volver al origen no es retroceder, es andar hacia el saber " y yo sí lo creo así.

    Me ha gustado mucho tu entrada,
    Un saludo.

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  7. ¡Qué difícil es esto! A ver, soy madre y profe de secundaria durante 13 años (en paro actualmente, y muy quemada).
    Como Ginebra, me paso el día dándole la vara a mis hijas para que sepan comportarse y sean mínimamente obedientes, porque también tienen derecho a no ser autómatas y a tener sus opiniones.
    El resultado por el momento es que mis hijas se portan de maravilla en el cole y nunca han causado problemas a otros niños ni profes.
    Y también....que otros niños cuyos padres no se esfuerzan tanto (nada), abusan de su mala educación, pegan, empujan y se cuelan, mientras mis hijas miran sorprendidas, guardan respetuosamente el turno y no se les ocurre contestar.
    Me pregunto: si esto les está ocurriendo en primaria, ¿qué sucederá en secundaria y más allá? ¿no debería yo enseñarles lucha o defensa personal? ¿o quizá a tener más cara dura, a ser una aprovechada, arribista o listilla? Por el momento los profesores quieren mucho a mis hijas, pero yo tengo dudas (serias) de cómo va a funcionar la buena educación en esta jungla en la que van a tener que desenvolverse.
    Como profe estoy segura de lo que tienen que hacer los padres y no hacen (muchos, no todos).
    Como madre veo lo que hay y me dan ganas de hacer todo lo contrario de lo que estoy haciendo.
    Besos y ánimo.
    Esperanza.

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  8. A mí me fastidia la tendencia a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor; que antes éramos todos estupendos y que ahora hemos perdido los valores. Yo fui a un cole de monjas con disciplina en forma de castigos y tortazos, y más de una vez vi a profesoras salir llorando de la clase, incapaces de controlar a la jauría. También había profesoras que infundían tal pánico gratuito entre el alumnado que muchas de mis compis no eran capaces de balbucir una respuesta cuando las sacaban a la pizarra aunque hubieran estudiado la lección.
    En cambio, este año me ha tocado dar algunas clases en un instituto de Secundaria de un barrio obrero de Málaga, con un alumnado multirracial compuesto por niños con padres parados o en trabajos muy chungos, con un bajo nivel cultural y, en ocasiones, con situaciones familiares terribles. Adolescentes con pelos tintados, tatuajes y piercings. El día antes de empezar las clases no dormí pensando en que me sacarían cuchillos, me abuchearían o me tocarían el culo. Para mi sorpresa, los chavales mostraron interés, respeto, cariño ¡y agradecimiento!
    Creo que es fundamental que se valore la Educación, y por supuesto al profesorado, pero no creo que los profesores sean los únicos profesionales que viven situaciones de estrés laboral, ni que la única explicación del desencuentro con el alumnado sea la pérdida del 'respeto debido'. Creo, por ejemplo, que los procedimientos didácticos están a años luz del mundo cotidiano y de los intereses de los niños. En España se ha modificado el Código Penal para que la agresión a un profesor sea considerada atentado a la autoridad, lo cual quiere decir dos cosas: que se producen situaciones de violencia en las aulas y que se articulan fórmulas coactivas para que esta situación remita(¿Se revelarán útiles?).
    Decimos que hay una crisis de valores. Espero que no intentemos resolverla con una vuelta al pasado, porque, no nos olvidemos, los padres de ahora son producto de los métodos educativos de antes.

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  9. Aracne, es que no se trata de volver a los sitemas educativos de antaño, los del pellizco de monja y los golpes de regla sin derecho a preguntar nunca "¿por qué?", se trata de que la educación corresponde a los padres, no a los maestros, que no se haga dejación de funciones y se pase la patata caliente a los maestros y profesores.

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  10. Estoy bastante de acuerdo con Arancné, a pesar de que hace unos años (tengo 29) empiezo a pensar aquello de que estas nuevas generaciones son X (léase maleducadas, incultas, insensibles, etc) y a la vez dándome cuenta de que eso es exactamente lo que han pensado todas las generaciones anteriores sobre las que les suceden. Pero hay un hecho diferenciador en los últimos años y que hace que esta sensación "milenaria" haya cobrado importancia como materia a legislar, tratar a todas horas en todas partes, politizar...y ese hecho se llama MEDIOS DE COMUNICACIÓN. Necesitan materia prima
    (y que les dure) y nada mejor que aquellos temas que provocan unanimidad, que no molestan a sus clientes (especialmente a los anunciantes), que no favorecen una polémica real ni un debate y reflexión profundos sino el común asentimiento y personal regodeo de no ser uno el culpable de lo que está ocurriendo y además sentirse superior. Yo misma, a veces, tengo argumentos que expliquen el por qué de este supuesto cambio en la actitud de niños y adolescentes como el menor tiempo que los niños pasan con sus padres y, sobre todo y ante todo, la infantilización de esta sociedad pero, al fin y al cabo en todos los tiempos ha habido de todo. Creo que, aunque sea difícil en los tiempos que corren, la única manera de juzgar y reflexionar sobre la realidad es ciñéndonos exclusivamente a ella, sin incluir las experiencias vicarias de la tele, internet, etc Realmente, es todo tan diferente si lo comparamos con hace 20-30 años. Y advierto que estoy jugando a abogado del diablo...
    uff, que sueño me he dado a mí mima, me voy a dormir
    Guz Nait
    Paula.

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  11. Quería decir, Realmente, es todo tan diferente si lo comparamos con hace 20-30 años?
    Me olvidé de la interrogación...el sueño es lo que tiene

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  12. Sí, si es diferente. Tenemos a los niños entre algodones. Una maestra de mi hijo me felicitó por lo bien educado que estaba... y me dejó con cara de tonta. (Mi hijo tenía cuatro años y yo esperaba que a esa edad estuvieran todos educados en las cosas básicas...) Ahora tiene 9 años y el profesor dice que está educando más que enseñando...
    Claro que no todo el monte es orégano y en mi época también había el tipic@ niñ@ que parecía un angelito con los mayores pero un bicho en realidad.

    De mi parte, una alfombra roja para todas las personas que trabajan con "gente".
    Saludos

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  13. Tienes mucha razón. Aquí los niños cada vez están peor educados, les compran la última consola y nunca les dicen No a nada o les riñen,así que cada vez hay menos educación y más violencia entre unos adolescentes desnortados y en muchos casos, super-consentidos.Últimamente cuando cojo en el tren o metro de noche, me da miedo los jóvenes que veo y eso que no soy una ancianita desvalida.

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  14. No hay tarea más difícil que la de educar, ya sea desde la escuela o en casa (es que yo creo que en la escuela también se educa) porque muchas veces has de ser el poli malo y eso no mola nada. Además, siempre he pensado que es una "profesión" (en el sentido más amplio de la palabra, aquí incluyo a la familia también) muy curiosa porque su objetivo es que llegue un día en que los "clientes" no la necesiten.
    Y para añadir un granito de arena más en el debate ;) en mis tiempos (jeje, me encanta decir esto...) yo también recuerdo faltas de educación muy graves de mis compañeros (yo era bastante modosita-paradita-tímida) y quejas de mis padres de que la gente no sabía educar a sus hijos, de que los niños "de hoy en día" están muy mal educados y de la falta de autoridad de los maestros. Quizá la cosa se esté agravando, no lo sé ya que hace tiempo que no trabajo en ninguna escuela con chavales.
    ¡Besos!

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  15. yo todavía soy muy joven para opinar sobre esto pero...los niños a los que me ha tocado cuidar/soportar y (claro) regañar alguna vez (mi prima pequeña, mis vecinos) agradecen que de vez en cuando les des un NO por respuesta. al principio berrean, pero luego resulta que te conviertes en su prima/vecina favorita :)

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  17. Es difícil este tema, en mi caso empecé el colegio público con la recién inaugurada democracia española (1979), tuve profesores/as que estaban deseando de enseñar en libertad, tenían mucho empeño en que aprendiéramos, de que fuéramos una nueva generación educada de otra manera. Guardo muy buenos recuerdos de maravillosos profesores que estimularon nuestras inteligencias. También creo que nos acompaño muchísimo, a todos los que fuimos niños a finales de los 70 y los 80, que la sociedad en general rezumaba ingeniuidad, hasta la televisión estaba en una etapa idílica, con programas educativos que estimulaban la imaginación (La Bola de Cristal, Planeta Imaginario...) y que los niños queríamos ser niños... Esto último es por que tengo la sensación u observo, que los niños de hoy quieren dejar de ser rápido niños y la sociedad encima fomenta todo esto. Desde muy temprano empiezan a tener hábitos de adulto y no digieren correctamente las cosas que poco a poco tienen que aprender (respeto, educación, etc...).

    Aparte de todo esto, decirte que descubrí hace poco tu anterior blog y luego me llevo a esta nueva aventura que emprendes, que me gusta muchísimo y te felicito por sus siempre interesantes contenidos. Un saludo.

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  18. Gracias a todos por molestaros en dejar un comentario y contar vuestra experiencia personal.

    Hombre ama de casa: estoy contigo en lo que dices de que ducar es difícil y por eso hay gente que se rinde sin haber luchado demasiado :-).

    Aracne: creo que en este post no he debido de explicarme muy bien, o he dado por sobreentendidas ciertas cosas, a saber:
    - que esta entrada no era en absoluto una apología de "cualquier tiempo pasado fue mejor" y "la letra con sangre entra". Me parecía tan evidente que no he creído necesario explicitarlo, pero a juzgar por tu comentario, Aracne, no estaba tan claro.
    - No pienso lo de "los jóvenes de ahora son peores que los de antes", eso querría decir que soy vieja :-), y aún no lo soy. Creo que los niños y jóvenes de hoy tienen problemas y lagunas diferentes a los de antes. Y una parte del problema Ginebra la ha entendido perfectamente: los padres tienen muy poco tiempo y algunos nos dejan todo "el marrón" a los profes. Animo, Ginebra y Anta. Todas las sudadas que os estáis pegando están contribuyendo a hacer de vuestros hijos personas mejores, y cuando un profe se encuentra con un chaval bien educado y de trato agradable, es un bálsamo que le reconcilia con su trabajo. En días horrorosos, uno mira a esos dos, tres, cinco chavales e intenta que no se le salten los fusibles, aunque sólo sea por ellos...
    Un horario de trabajo más europeo sería un buen principio para corregir un poco el problema y ayudaría a que los padres tuvieran un poco más de tiempo con sus hijos.
    - No sabía nada de lo de la legislación, pero creo que esto se arregla en casa y en la escuela.

    Veo que el tema os interesa. A mí me habéis dado mucha materia para reflexión. Gracias!

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  19. ... por cierto, imagino que conocéis esta cita, pero es divertido ver que algunas cosas no cambian:
    "Los jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad. Responden a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros." -Sócrates

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  20. Yo soy la que desde mi pequeño púlpito ayuda a que 80 personas aborrezcan simultáneamente las matemáticas ;-) ... Ayudante no doctor con contrato temporal en la universidad española ... en fin, no quiero hablar de mis miserias laborales.
    Nadie, absolutamente nadie que entra en la enseñanza en el nivel que sea lo hace por dinero ni por las vacaciones (en las que uno está más pendiente de su correo electrónico, de sus alumnos por el campus virtual y de preparar la docencia del próximo curso que de su propio ocio) ésas que dicen que tenemos. Comparto contigo casi todo lo que comentas. A todos los que os dedicais a la enseñanza en secundaria o en primaria una gran ovación. No es que en la universidad no tengamos cada día momentos más surrealistas o que cada día no empeore la situación un poco más. Pero estar en la primera línea de batallón todos los días sin volverse completamente loco en la soledad y en el completo abandono por parte de instituciones y el resto de la sociedad (y que nadie salga a la huelga a defender a todos esos trabajadores no deja de ser una infamia) se merece un gran olé. A esos grandes héroes que se han tenido que hacer cargo de la educación de nuestros hijos sin nuestro apoyo y nuestro respeto porque nuestros horarios laborales ya no nos permiten educarlos nosotros mismos (y conste que yo no soy madre): un gran aplauso. Y efectivamente, uno trabaja por ese estudiante - o esos dos estudiantes en el año en el que uno tiene suerte - por ese chico o esa chica a la que saber que le puedes aportar un poquito de tu experiencia, no digo conocimiento siquiera, sino un pizquín de la experiencia que te otorga el haberte enfrentado una vez al mismo problema antes y haber sudado tinta china para sacarlo y comprenderlo. Ánimo, seguid ahí luchando, valientes.

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