Interior. Día. En un cubículo gris y anónimo de una empresa gris y anónima. El exigüo espacio en el que mi entrevistador tiene su mesa está separado de otros espacios igualmente -o aún más- exigüos por medio de esos paneles tapizados de una horrible moqueta, invariablemente gris, que suelen servir para amagar una pizca de intimidad entre los empleados de la Sociedad Gris y Anónima, S.A., honesta, anodina e insulsa empresa de traducción.
La cortés directora de recursos humanos que me entrevista lleva un traje de chaqueta igualmente correcto, insulso y gris (¿el ambiente destiñe en los empleados con el tiempo?), unas gafas de montura de pasta negra, un pelo teñido de un rubio ceniza (tirando a gris, argh), unas uñas cortas, limpias, modestamente manicuradas con esmalte incoloro y una sonrisa afable y reposada. Tengo una fuerte sensación de déjà vu. Probablemente se deba a que la empresa que suministra el material de decoración de interiores de estas oficinas es la misma que decoró (es un decir) las tres últimas oficinas que he visitado este mes. O quizá sea
otra cosa. Quizá sea que a fuerza de traducir manuales de mantenimiento de fotocopiadoras, a los pobres trabajadores les invade una indiferencia inhumana, una lasitud como aquella de la gente clonada por los ultracuerpos. Trago saliva e intento no pensar en vainas gigantes. La razón por la que me encuentro delante de Madame Ressources Humaines es el resultado de un cúmulo de circunstancias, pero básicamente se resume así: terminé de revolucionar el mundo de la lingüística (con la ya insigne tesina) en un mal momento. La crisis hace que incluso en países como Canadá, en los que la economía va bien porque la gente sigue consumiendo y endeudándose como si el mañana no existiera, sea un poco más difícil que de costumbre encontrar el trabajo de tus sueños. En mi caso, un puesto de profe en la escuela de idiomas de cualquier universidad quebequesa. Igual estoy mal acostumbrada desde que vivo en un país con una economía bastante boyante, pero en mis otras tentativas canadienses de búsqueda de empleo -todas ellas con éxito-, al de unos diez días como mucho ya había recibido llamadas para entrevistas. ¿Pareceré vieja? Y eso que lo de la foto y la fecha de nacimiento aquí no se estila (la ley prohíbe exigirlo, así como el estado civil y si se tienen hijos o no), pero digo yo que si echan cuentas de años de estudios, como que ya se hacen una idea.
En fin, que ya llevo tiempo de búsqueda, y he empapelado de currículums a los departamentos en los que se encuentran los puestos a los que aspiraba. Entro en la segunda fase: la de ligera inquietud y pánico laboral incipiente. Tras errar en sitios gubernamentales, acabo de rellenar una ficha enorme para la Agencia Canadiense de Servicios de Información y Seguridad Nacional (yo lo escribo así, de corrido, pero ellos le ponen muchas mayúsculas más y mucho secreto), vamos, algo así como la CIA canadiense, para responder a un anuncio en el que piden intérpretes y traductores en muchos y exóticos idiomas. Cuando he pulsado "send", tras superar mi paranoia natural de izquierdas con lo haberles autorizado a que me investiguen para poder considerar mi candidatura (antecedentes penales aquí y en mi país de origen, informe de crédito y bancario, jefes anteriores, direcciones anteriores, países a los que he viajado, vecinos, talla de sujetador y contestar si soy vaginal o clitoridiana), me ha dado por pensar que igual es uno de esos trabajos absurdos que he oído contar, en los que una traduce las escuchas telefónicas que este magno estado democrático efectúa en los teléfonos de sus ciudadanos.
Well. No sería la oferta de trabajo más rara que he tenido. En el top forty están aquella en la que casi acepté un curro de traductora de subtítulos para una productora de películas porno (¿hay quien los lee? pregunté sinceramente asombrada en la entrevista) y dibujante de retratos-robot para la policía autonómica, la Sûreté du Québec (ése casi lo acepté, me tentaba, pero las horas eran escasas y las condiciones fatales).
Como los departamentos de español de las universidades son descorazonadoramente pequeños y sus profesores desesperantemente longevos, me he planteado varias alternativas como estrategia de búsqueda de empleo:
a) Perseguir a ancianos lingüistas aún en activo y atropellarles con el coche, con la esperanza de que me den al menos la sustitución, si los lisio lo suficiente.
b) Echar mano de las páginas amarillas y mandar un currículum a todas las oscuras empresas de traducción que encuentre.
c) Convertirme en business woman y montarme mi propia oscura empresa de traducción y servicios lingüísticos (no con con lengua, que hay mucha confusión).
d) Aprovechar que aún no tengo las carnes demasiado decrépitas y ofrecerme a un servicio de escorts de lujo, en plan "chica-ilustrada-con-algo-de-celulitis-pero-impecable-para-acompañarle-a-un-cocktail-y-dar-conversación".
e) Ponerme a currar de vendedora en mi librería preferida. Lo del trabajo poco cualificado y ligeramente embrutecedor tiene el lado positivo de sentirse más inteligente que su propio jefe, algo que los egos inseguros como el mío encontramos muy seductor. Por otro lado, produce unas varices horribles.
Tras optar por b), héme aquí, sentada delante de esta señora en la oficina de una oscura empresa de traducción, vestida de pingüino (llevo un impecable traje de chaqueta negro con blusita planchada y bolso sensato, y los tatuajes prudentemente cubiertos), digoo, de candidata modelo al puesto. Pasando la misma poco imaginativa entrevista que he pasado tantas veces ya, con esa fuerte impresión de haberme planchado la personalidad al mismo tiempo que la blusa, y de estar haciendo el papel de uno de esos caniches del circo que saltan a través del aro y hacen malabares con la pelota, respondiendo a las sempiternas preguntas con las mismas respuestas convenidas que sé que esta señora espera de mí. Porque, sin falsas modestias, con mi currículum, una vez que ya he conseguido llegar a la entrevista suelen contratarme.
Así que todas las entrevistas que paso tienen ese toque de formalidad burocrática, de comprobar simplemente que no soy una chiflada ni un transexual, o de que soy capaz de ducharme y utilizar desodorante en el mismo día del encuentro, de que no voy a eructar sonoramente o hurgarme en la nariz delante de un cliente.
Entre pregunta manida y respuesta prefabricada, se me desata un diálogo interno. Siempre me pasa en este tipo de situaciones (no, no soy esquizofrénica, a pesar de lo que he escrito de las escuchas del Gobierno y de los ladrones de cuerpos) (caray). Me concentro para seguir formulando las respuestas que se esperan de mí, en lugar de las que se me ocurren, pero a la otra yo, la Hyde, no hay quien la calle.
Madame Ressources Humaines: - "¿Por qué le interesa este puesto?"
Candidata Modelo: - "Trabajar en un ambiente como el de esta compañía, dinámico y estimulante, es justamente el desafío profesional que estoy buscando para adquirir más experiencia y realizarme profesionalmente."
[Candidata Hyde: -"La passsta. Necesito pasta. Ya mismo. Mucha. Tengo dos gatos, uno que come como un hijo de quince años. Y una escalera por pagar. Y una barraca que se derrumba."]
Madame Ressources Humaines: - "¿Qué puede usted aportarle a nuestra empresa?"
Candidata Modelo carraspea con suavidad, posa modosamente las manos en las rodillas, una encima de la otra y baja la mirada con modestia: -"Bueno, en mis experiencias de trabajo anteriores he obtenido muy buenas evaluaciones, tengo referencias que lo atestiguan."
[Candidata Hyde: -"¿Un poco de vida? Joé, que he visto funerarias más animadas. Al menos tengo camisas de colores que evitarán que los empleados que trabajen en cubículos cercanos al mío se suiciden a grandes golpes de diccionario de sinónimos durante las horas de oficina."]
Madame Ressources Humaines: -"¿Cómo cree usted que su experiencia de trabajo puede serle útil a la empresa?"
Candidata Modelo, aún afectando modestia: -"Um, como la traducción es básicamente 70 por ciento de conocimientos lingüísticos y 30 por ciento de base cultural, mi formación variada y experiencias anteriores , ehm, un tanto heteróclitas me han proporcionado una sólida base cultural y lingüística."
[Candidata Hyde resopla: -"Pfff. Tronca, cuando una consigue dar clases durante cuatro años en clases de secundaria con los alumnos provenientes de algunas de las culturas más machistas y misóginas del planeta, e imponer un saludable terror de las mujeres a chavales que la sobrepasan en veinte centímetros y otros tantos kilos, puede hacer cualquier cosa. Por no mencionar las originales capacidades adquiridas como vendedora de material deportivo en un horrendo centro comercial, camarera, profesora de aerobic, ilustradora anatómica para manuales médicos y telefonista-punching bag en el servicio al cliente de una línea aérea, entre otras bonitas y variadas experiencias."]
Madame Ressources Humaines : - "¿Se le da bien trabajar en equipo?"
Candidata Modelo, con brillante sonrisa : -"¡Oh, ya lo creo! Una empresa es como una gran familia. Al fin y al cabo, en sociedad siempre dependemos un poco de los demás, ¿no?" Ramoncín será el rey del pollo frito, pero yo, cuando me lo propongo, puedo ser la reina de la bullshit.
[Candidata Hyde, reprimiéndose las arcadas: -"Ahí has forzado un poco la nota, prenda. ¿Por qué no le mencionas que si te emparejan con un incompetente puedes ser una auténtica perra? ¿Qué Stalin parecería un tipo flexible y razonable a tu lado?" ]
Madame Ressources Humaines: "- ¿Cuáles son sus objetivos para su carrera?"
Candidata Modelo: -" Encontrar un puesto de trabajo estable, en una empresa en la que encaje, y realizarme plenamente en él. Y quizá un día trabajar en terminología, para ampliar un poco el espectro de posibilidades de mi trabajo y aprender algo nuevo."
[Candidata Hyde: -¿Pero tú te has oído? ¡Modérate, que acabamos de comer! ¿Terminología? El próximo talón de nómina y vas que ardes. Luego ya veremos."]
Madame Ressources Humaines : "- ¿Cuáles son sus cualidades o puntos fuertes, las características que definen su personalidad?"
Candidata Modelo : -"Bueno, siempre se me ha calificado de responsable, concienzuda, meticulosa, ..."
[Candidata Hyde: -"...quieres decir maniática"]
Candidata Modelo: -"... perseverante, ..."
[Candidata Hyde: -"...eso es cabezona"]
Candidata Modelo : -"... creativa, ..."
[Candidata Hyde, con otro resoplido cínico : -"¡Je! Especialmente en entrevistas laborales."]
Candidata Modelo : -"... y dinámica."
[Candidata Hyde : -"Hiperactiva como una ardilla con sobredosis de Red Bull."]
Madame Ressources Humaines: - "¿Y sus puntos débiles?"
Candidata Modelo, con carita de "lo admito" : -"Soy un poco perfeccionista."
[Candidata Hyde aúlla de risa.]
Madame Ressources Humaines : - "En resumen, ¿por qué deberíamos contratarla a usted para este puesto y no a otra persona?"
[Candidata Hyde : -"Respuesta L'Oréal: «Porque yo lo valgo». O, ¿qué tal «porque tengo un mazo de facturas por pagar»?"]
Candidata Modelo, aumentando la sonrisa a trescientos vatios : - "No dudo de que hay otras personas igual de cualificadas -o más- que yo para ejercer este puesto. Pero yo voy a aportar todo el entusiasmo del que soy capaz, y daré lo mejor de mí."
[Candidata Hyde: -"... hasta que se me presente algo mejor."]
**************
De vuelta a la barraca montrealesa, monsieur M. me ve dejar el bolso encima del mostrador de la cocina, el gesto cansado y de derrota:
Monsieur M., masticando un bocata con el periódico abierto en la mesa delante del plato: -"¿Y? ¿Qué tal te ha ido la entrevista, mon petit porc-épic?"
Candidata Desanimada se deja caer pesadamente en una silla : -"Bof. Esta vez no ha habido suerte."
Monsieur M., amable y positivo: -"Vaya, la competencia debía ser dura."
Candidata Desanimada: -"Como le he caído bien a la entrevistadora, ha venido a hablarme en el lobby después de la entrevista. Y me ha dicho que le he gustado, por eso ha querido explicarme por qué no me han elegido."
Monsieur M.: -"¿Y por qué?"
Candidata Desanimada: -"Parece que soy un "poquito convencional" para la empresa."
Monsieur M. explota de risa y se apresura a limpiar la lluvia de perdigones que vuela sobre el periódico.
Inspirados directamente de la búsqueda de empleo, estos cupcakes soleados, muy mediterráneos, de tomillo y limón, emborrachados con sirope de limoncello y miel, son exactamente lo que conviene a estos tiempos de crisis. Un poco ácidos, un poco amargos. Como el mercado de trabajo. Con ingredientes sencillos y fáciles de encontrar en la despensa. Se saborean muy bien mientras se lee a Steinbeck en el patio, con un chupito de limoncello, porque sin sueldo no hay pasta para otros entretenimientos más caros (aunque no necesariamente mejores).
INGREDIENTES:Para los cupcakes: - 2 tazas y 1/4 (unos 350gr.) de harina tamizada- 1/2 de cucharada de té de levadura en polvo- 1/4 de cucharada de té de sal - 1 taza de aceite de oliva- 1 taza de miel- 4 huevos (o 2 huevos + 2 claras, si queréis una versión aún más carente de culpa)- 1 cucharada de té de ralladura de limón (fina)- 1 cucharada de té de zumo de limón- 3 cucharadas de té de hojas de tomillo, mejor fresco (pero con seco también os podéis apañar)- 1 cucharada de té de limoncello- 1/3 de taza (80 ml.) de suero de leche (o de yogur natural)Para el sirope que emborracha los cupcakes:- 1/2 taza de miel- Limoncello, a ojo (podéis fabricarlo vosotros mismos, es delicioso. Un consejo: en lugar de alcohol, utilizad vodka. Y no me culpéis de vuestra cirrosis, borrachines.)
PREPARACIÓN:
Precalentar el horno a 160º. Aceitar y enharinar los moldes. Tamizar los ingredientes secos: la harina, la levadura en polvo, la sal. Mezclar con el tomillo. En un bol aparte, batir en crema el aceite y la miel. Añadir los huevos uno por uno. Mezclar los ingredientes secos en pequeñas cantidades. Una vez incorporados, verter en los moldes y hornear hasta que un palillo pinchado en el centro salga limpio (más o menos de 50 minutos a una hora, dependiendo del horno y del tamaño de los moldes). Los cupcakes serán más bien compactos y con textura como de pudding.
Dejar enfriar 10 minutos antes de desmoldar.
Preparación del sirope de limoncello:
Incorporar el limoncello a la miel gradualmente, batiendo bien, hasta obtener un jarabe espeso. La cantidad de limoncello dependerá de lo sólida que sea la miel que utilizáis. Bañar los cupcakes con este sirope mientras aún estén tibios.
Permitíos un lingotazo, si habéis tenido una entrevista muy mala.